martes, 6 de agosto de 2013

Cuando los dirigentes son jóvenes que el pueblo elige


por JORGE LEGAÑOA ALONSO
@cronicasdecuba 
A simple vista, calculo que estuve a escasos cinco metros de Raúl Castro, nuestro presidente, mientras le hablaba al pueblo cubano en elaniversario 60 de aquel arrebato de locura patria que fue el asalto al Moncada. Le vi emocionado, inmensamente humano, incluso, quebrar su voz cuando habló de la valía de la mujer cubana y divisó la imagen de su Vilma en un pendón.
El haber estado allí –tan cerca– pudiera bastar para estar lleno de orgullo y sana vanidad; pero más allá de la presencia, escuchar a la gente y mirar sus rostros luego de los mensajes de Raúl, fue, quizás, lo más importante.
Cuando afirmaba que “han pasado los años, pero esta sigue siendo una revolución de jóvenes”, mi mirada escrutadora fue al público y no tuve que buscar mucho, detrás de la prensa, se sintió la algarabía generacional. 
Sin dudas, en el Moncada había muchos históricos –asaltantes y expedicionarios– pero los jóvenes eran mayoría. Es la Revolución que continúa, los pinos nuevos de los que habla Martí, es la continuidad de un proyecto de país.
¿Y los hay que tienendudas de cómo será la continuidad? Raúl lo deja claro: “jóvenes fueron en su inmensa mayoría quienes participaron en la lucha contra bandidos; (…) jóvenes eran también los que derrotaron a los mercenarios en Playa Girón; los que se sumaron, incluso adolescentes, a la campaña de alfabetización; los que se incorporaron masivamente a las Milicias; (…) los cientos de miles de compatriotas que cumplieron misiones internacionalistas en otras tierras del mundo; (…) los científicos, intelectuales, artistas y deportistas que tantas glorias han cosechado”.
La “Generación Histórica” –como la calificara el presidente cubano– “va cediendo su lugar a los pinos nuevos con tranquilidad y serena confianza, basados en la preparación y capacidad demostradas de mantener en alto las banderas de la Revolución y el Socialismo”.
Es bien cierto que convivimos varias generaciones en el país pero ha sido precisamente gracias a la sapiencia, una vida curtida y la inteligencia de hombres como Fidel y Raúl que hemos llegado a lo que somos hoy: libres e independiente de tutelajes.
Méritos propios tienen muchos cubanos para asumir la conducción del proyecto revolucionario. No tiene que ser un héroe y llevar las huellas de las balas en su pecho. René, ese que sí es un héroe de verdad, en palabras y acciones, le comentaba hace poco a un grupo de blogueros que Cuba está llena de héroes, porque hemos luchado y sobrevivido a la guerra de todos los días que nos ha impuesto el gobierno de los Estados Unidos.
Está muy claro que en Cuba, los “históricos” han sembrado suficiente maíz en 60 años como para que hoy recojamos liderazgos con un pensamiento coherente a la obra socialista de la Patria.
La “transferencia paulatina y ordenada a las nuevas generaciones de las principales responsabilidades de dirección en la nación” de las que habló Raúl, no puede ser visto como “herencia”, “tutelaje”, o decisión “a dedo”. Es un error craso de concepto verlo así; un reduccionismo del lenguaje; es darle una patada a la dialéctica; como burlarse de nuestra historia más cercana, construida por todos nosotros en las últimas décadas de resistencia.    
No sé si continúan las dudas, pero en las pasadas elecciones yo propuse y voté por mi delegado, mis diputados y le dimos su misión. Esa es nuestra democracia. ¿Perfectible? Claro, como todo. Pero eso sí, dialéctica, mucho más que otras que en 200 años no han cambiado ni una coma porque fueron hechas a la medida del poder imperial para legitimarse una y otra vez y dar la sensación de supuesta “democracia”, aunque es solo más de lo mismo, pintada quizás de otro color o pasada de mano en mano, entre demócratas y republicanos.
En febrero pasado fueron las elecciones parlamentarias y aunque las cifras parezcan frías, son más que elocuentes: ejercieron su derecho al voto 7 millones 877 mil 906, lo que equivale a que 9 de cada 10 cubanos inscritos para votar lo hicieron.
Se constituyó el parlamento el 24 de febrero y un avance de su composición es ilustrativo: los jóvenes de hasta 25 años representan el 18 por ciento; 367 diputados están entre 36 y 50 años de edad, o sea, la mayoría; el promedio de edad es de 48 años.
Lo estratégico es preservar –por encima de todo– la unidad de todos los cubanos, por eso es que en los últimos años hemos visto cómo la dirección de mi Partido –continuidad del de Martí, Mella y Valiño– ha creado espacios participativos y democráticos para que el pueblo construya Patria. ¿Alguien olvidó el amplio proceso de discusión en el año 2007 del discurso de Raúl el 26 de julio de ese año en Camagüey?
¿Quién no aportó ideas durante el 2010 y el 2011 sobre los lineamientos de la política económica que sería sometido al VI Congreso del Partido? No creo que esta democracia nuestra se repita en muchos lugares del mundo: 8 millones 913 mil 838 cubanos participaron en los debates de las propuestas de lineamientos. Fueron modificados 197 puntos, que representó casi 7 de cada 10. ¿Otro dato? Se incorporaron 36 lineamientos por decisión del pueblo, uno de ellos fue propuesto por un solo ciudadano.
Apenas dos ejemplos de lo que es democracia –el poder del pueblo–  en Cuba. Falta mucho, es cierto, nadie pretende tapar el sol con un dedo, pero no tengo dudas de que esta Revolución continuará de la mano de los jóvenes que fuimos formados en escuelas al campo, trabajos voluntarios y que en la universidad lo dimos todo para seguir en la construcción de la Cuba que sin mirar las piedras en el camino, sigue navegando sin capitanes extranjeros.

1 comentario:

  1. Excelente escrito. La clave: la unidad en torno al Partido, que es la garantía de la continuidad.
    Que muchos jóvenes participen, con argumentos y convicción, como tú lo haces, es muy alentador.
    Felicidades por el Arañero: es un libro para conservar siempre.

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