martes, 16 de julio de 2013

Siete tesis sobre la prensa cubana

por RAUL GARCÉS
1. La prensa y el socialismo. ¿Alguien sabe cómo se construye el socialismo? Y por extensión, ¿sobre qué pilares debiera erigirse la prensa socialista? Lo mejor que tiene formularnos esas preguntas hoy es que, por lo menos, ya sabemos que no hay respuestas únicas y cerradas. El llamado socialismo real pretendió levantarse sobre “leyes objetivas”, normas aparentemente inviolables y manuales que presumían de preverlo todo.
Al socialismo en el siglo XXI, en cambio, no le ha quedado más remedio que establecerse sobre la falta de certezas y proponerse, en consecuencia, construirlas colectivamente. La prensa socialista tiene el desafío de arropar con ideas la nueva época, interpretar creativamente el discurso político, alimentarlo con argumentos, demostraciones, ejemplos concretos y un permanente debate público.
Si lo anterior es válido para la experiencia latinoamericana, lo es también –y especialmente ahora– para Cuba. La dirección de la Revolución nos ha subido la parada con el rumbo de un socialismo próspero y sostenible. A pesar de los bloqueos y las adversidades de las últimas décadas, Cuba apuesta a una práctica socialista que sea fuente de felicidad, de vida digna, de realización personal y tranquilidad económica, de articulación entre el proyecto personal y las metas generales de la sociedad. Pero, ¿creemos acaso que esos significados se comprenden, procesan y comparten por igual en la cabeza de todos los cubanos? ¿Cómo haremos para comunicarlos eficientemente? ¿Cómo les daremos sentido y los convertiremos en hechos que se toquen, historias que se vivan, caminos que se intuyan?
¿Cuánta importancia tiene para la batalla política del país no solo trabajar el ámbito de la realidad, sino también el de las percepciones? ¿Cómo complementaremos, en suma, la actualización del modelo con una percepción renovada en torno a todo lo que se está actualizando?
2. La prensa y la realidad. Parte de la opinión pública nos acusa de mirar el mundo con el mismo catalejo de la canción de Buena Fe: somos eficientes en fotografiar lo que está lejos: lo investigamos, lo desmenuzamos, lo descomponemos frente a los ojos de las audiencias e incluso lo criticamos severamente. Lo que está cerca, sin embargo, suele abordarse con timidez, o con una abstracción infinita, o con estilo timorato, o con simplonerías. Por las razones que sean, hemos ido conformando un modelo de construcción de la realidad que contrapone el supuesto “infierno foráneo” al presunto “paraíso doméstico”. Hemos suplido, frecuentemente, el juicio razonado por la propaganda, la interpretación por las cifras, la noticia por los eventos, el argumento por el adjetivo, la riqueza de los procesos por la síntesis caricaturesca de sus resultados.
El problema anterior no es nuevo, pero se agudiza dentro de una sociedad cada vez más polifónica y con una alta cultura política. Es muy evidente el contraste entre nuestro tono monocorde y lo que pasa allá afuera. La distancia infinita entre una cuenta bancaria de 250 mil CUC y un salario de 250 pesos no es solo objetiva, sino también subjetiva y, entre ambos extremos, sobrevive un espectro amplísimo de modos de pensar y relacionarse con el país. Si el actual proceso de transformaciones ha entrado en un periodo de mayor complejidad, deberíamos asegurarnos de crear las condiciones para que la prensa y los periodistas contemos las historias con mayor complejidad: no solo las certezas, sino también las dudas; no solo las soluciones, sino también las contradicciones.
Claro que sería injusto de mi parte atribuirle únicamente a los periodistas –atribuirnos- la responsabilidad por estos pesares. El propio Presidente Raúl Castro, al criticar el triunfalismo, la estridencia, el formalismo y la falta de debate público en nuestra prensa para abordar la realidad, durante el VI Congreso del Partido, decía: “a pesar de los acuerdos adoptados por el Partido sobre la política informativa, la mayoría de las veces los periodistas no cuentan con el acceso oportuno a la información ni el contacto frecuente con los cuadros y especialistas responsabilizados de las temáticas en cuestión”. Aquí hay dos caminos: o resolvemos el problema entre todos de una vez o colapsarán la credibilidad y el poder persuasivo de los medios.
3. La prensa y la ley. Comprendo la expectativa que ha generado en el gremio –e incluso más allá de sus fronteras- la posibilidad de una ley de prensa. Ella dotaría de respaldo jurídico el desempeño profesional de los periodistas, reivindicaría a la información como derecho público y articularía de modo más orgánico las relaciones con las fuentes, entre otras ventajas. Pero, alerto, no será la solución de todos nuestros problemas. Varias orientaciones del Partido y el Buró Político precedentes, que, aun sin fuerza legal, tienen la fuerza moral de las instituciones que las originaron, han sido sometidas por las fuentes a la vieja práctica de “se acata, pero no se cumple”.
La necesidad de comunicar no puede imponerse únicamente por decreto, tiene que ser una fuerza natural, un movimiento, una demanda que le nazca a la sociedad de sus entrañas.
En lo que llegan las normativas jurídicas, algunas acciones prácticas podrían ir allanando el camino: ¿se imaginan que los ministerios del país ofrecieran sistemáticamente conferencias de prensa? ¿se imaginan que todas las instituciones públicas dispusieran de directivos, cuadros intermedios o funcionarios accesibles, con información y sentido de responsabilidad para comunicar? ¿se imaginan que pudiéramos analizar frecuentemente, con nombres y apellidos, las fuentes aferradas al secretismo y educarlas –educarnos- en una cultura de la información y la transparencia? Si nos lo proponemos, lo que he dicho estará a la vuelta de la esquina.
La guerra contra el secretismo no pertenece solo a la prensa, sino a toda la sociedad. Hay que atajar lo mismo las consecuencias que las causas, porque un secretista no viene al mundo genéticamente mudo. Enmudece gradualmente, como resultado, a veces, de la desinformación, o la falta de preparación para enfrentar los medios, o la ignorancia, o los regaños, o la defensa enmascarada del beneficio personal, o lo que interpreta como su sentido de la responsabilidad.
4. La prensa y los cuadros. En las semanas precedentes hemos escuchado una y otra vez dos cifras inquietantes. Casi el 50% de nuestros cuadros de prensa no tienen formación periodística, y ese número supera el 60% en el caso de la radio cubana. Las cifras, más allá de que sean exactas o no, ilustran que el problema existe y nos ponen a las puertas de un dilema mayúsculo: ¿podríamos acometer los cambios sin el capital humano suficiente para conducirlos y encauzarlos? Y si un cuadro se equivoca, ¿vamos a corregir su error con más regulaciones excesivas y prácticas verticalistas en la dirección de la prensa? ¿No sería ese, acaso, un error mayor? ¿Cómo haremos para asegurarnos de que los cuadros de la prensa identifiquen, organicen y alineen una vanguardia periodística que marque el paso, abra la brecha, perfile el camino que debería seguir nuestro sistema de medios?
En esto, como en muchas otras cosas, Ernesto Che Guevara constituye un excelente punto de partida. Lo cito: “el denominador común es la claridad política. Esta no consiste en el apoyo incondicional a los postulados de la Revolución, sino en un apoyo razonado, en una gran capacidad de sacrifico y en una capacidad dialéctica de análisis que permita hacer continuos aportes, a todos los niveles, a la rica teoría y práctica de la Revolución. Estos compañeros deben seleccionarse de las masas, aplicando el principio único de que el mejor sobresalga y que al mejor se le den las mayores oportunidades de desarrollo”.
No voy a usurpar, en la discusión sobre este tema, el lugar que seguramente ocuparán valiosos colegas, incluso valiosos cuadros, de muchísima más autoridad que yo para abordarlo. Permítanme solo referirme a una verdad general, casi de perogrullo: un cuadro de la prensa requiere conocimientos de economía, política, ciencias sociales, pero necesita también de una fina intuición, de un sexto sentido, de una capacidad indefinible en palabras para ver el mundo, imaginarlo y proyectarlo a corto, mediano y largo plazo. Hablo de algo que nace de la vida y de la relación con la práctica, que se llama liderazgo.
Necesitamos aguzar el oído y afinar el olfato para dotar a la prensa de los mejores cuadros, comprometerlos con la tarea de dirigir, crearles las condiciones para que dirijan con valentía y soltura, fomentar que se conviertan en verdaderos agentes de cambio y no en poleas trasmisoras de las orientaciones de arriba.
5. La prensa y el consenso. A lo mejor han creído hasta aquí que estoy hablando de la prensa, pero en realidad estoy hablando del consenso revolucionario, que ha sostenido nuestra resistencia aún en las condiciones más adversas. ¿Cómo puede la prensa del siglo XXI contribuir a consolidar ese consenso? ¿De la misma manera que en el siglo XX? ¿Y si los jóvenes no leyeran los periódicos, o no escucharan la radio, serán la radio y los periódicos los mejores vehículos para articular en ellos el consenso? ¿Qué mecanismos tenemos a fin de inducir y fomentar el consenso a través de las redes sociales? ¿O de los celulares, los videojuegos, la música, el cine, las telenovelas, la producción simbólica de la sociedad?
Ya que somos marxistas, comprenderemos que los cambios económicos implican, al mismo tiempo, profundas transformaciones en la subjetividad social. No es posible que emerjan nuevas relaciones económicas, sin que emerja, en una cadena simultánea de acciones y reacciones, una nueva configuración de las relaciones sociales. Hablo de la tensión entre lo avanzado y lo retrógrado, lo rápido y lo lento, lo recto y lo zigzagueante, la vieja y la nueva mentalidad. O la prensa cubana se convierte en la plaza pública por excelencia para visibilizar, dar forma y alentar el consenso en torno al cambio de mentalidad, o asumiremos el costo de que parte de esos consensos se articulen progresivamente al margen de nuestros medios.
6. La prensa y la UPEC. Los periodistas nunca quedaremos bien con todo el mundo. Estamos a medio camino entre la opinión pública y las fuentes. Defender a una parte, casi siempre implica cuestionar la otra. Podríamos admitir incluso que nos califiquen como “profesionales incómodos” porque, en cierta medida, lo somos. De un lado, nuestro compromiso con la época y el proyecto político son irrenunciables. De otro, ese compromiso se realiza completamente si auscultamos la sociedad con sentido crítico, si le palpamos sus dolencias, si alertamos de los males más graves y ayudamos a sanarlos. Allí donde la sociedad enferme y no aparezca a tiempo el diagnóstico, será, entre otros factores, porque la prensa no ha jugado su papel.
José Martí definió nuestro encargo social en muy pocas palabras: Permítanme recordarlas: “la prensa debe ser coqueta para seducir, catedrática para explicar, filósofa para mejorar, pilluelo para penetrar, guerrero para combatir. Debe ser útil, sana, elegante, oportuna, valiente en cada artículo. Debe verse la mano enguantada que lo escribe y los labios sin manchas que lo dictan. No hay cetro mejor que un buen periódico”.
¿Nos hemos detenido suficientemente en esa frase de Martí”. Reitero solo los adjetivos: coqueta, catedrática, filósofa, pilluelo, guerrero, útil, sana, elegante, oportuna, valiente”. A mi juicio, el mayor desafío que tendrá la UPEC, en medio de la complejidad de los próximos años, será pelear con uñas y dientes para consagrar en el periodismo cubano estas virtudes, que nadie nos va a regalar. Tenemos la ventaja de 8 congresos precedentes y decenas de documentos escritos con orientaciones claras en torno a lo que, entre todos, insisto, debiéramos hacer.
7. La prensa y la profesionalidad. No hablé de profesionalidad hasta ahora, pero ojalá nos hayamos dado cuenta de que, en realidad, lo estoy haciendo desde el principio. La profesionalidad, ciertamente, depende de nosotros mismos, pero depende también de un ambiente de libertad editorial y creativa que desate la posibilidad de ser profesionales. El periodismo no es un décalogo de reglas instrumentales para hablar o escribir bien frente a los ojos de la opinión pública. Al menos, no en el siglo XXI. Ser profesionales pasa por disponer de las claves políticas, económicas y culturales para ver el mundo complejamente y luego representarlo con belleza, con una hondura que fluya de forma natural, como si la complejidad fuera invisible.
Es un camino que toma toda la vida, cuyo motor de arranque podría estar en las universidades y luego se va puliendo con el estilo, con la fuerza de la opinión, con la osadía personal, la experimentación, la voluntad de riesgo, y también, por supuesto, con un contexto que permita equivocarse y sacar lecciones, porque el error, entre nosotros, no puede ser motivo de vergüenza.
Colegas:
Estamos llamados a dar un salto definitivo y eso, a mi juicio, es posible hoy como nunca antes: nuestro socialismo se actualiza con paso firme, hay conciencia de que la comunicación y el Periodismo también deben actualizarse; cientos de profesionales han salido de las aulas universitarias listos para dar la pelea, la UPEC cumple 50 años y este tiempo le ha servido no solo para mapear los problemas, sino para consolidar su autoridad moral en función de discutir las soluciones; y hemos llegado a un punto de madurez en la sociedad que nos permite ver las cosas como son -sin eufemismos ni medias tintas.
Lo que haya que hacer, de conjunto con el Partido, las fuentes, los investigadores, los medios, las universidades, los estudiantes de Periodismo y los periodistas, hagámoslo. Cualquier piedra en el camino será infinitamente menor que el precio a pagar por esperar otro medio siglo para tener una prensa que se parezca a nosotros mismos.
*Ponencia introductoria al debate del Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) el 13 de julio de 2013

viernes, 12 de julio de 2013

La prensa en Cuba se mueve



por JORGE LEGAÑOA ALONSO
Acusada de inmovilismo, oficialista, lejana de la realidad del cubano, la prensa nacional vuelve al colimador de muchos en la víspera del congreso de la organización que agrupa  a los profesionales del sector, la Unión de Periodistas de Cuba.
Lo que debiera ser momento de recuento de los últimos años de trabajo y concertación de futuro, está siendo utilizado para abrir fuego –sin misericordia– contra los medios de comunicación masiva y sus hacedores.
No pretendo tapar el sol con un dedo. Mucho se ha hablado de las problemáticas de los medios de comunicación masiva y de las articulaciones de este con “el poder”, pero no me enfoco ahora a allí. Me voy en esta ocasión al comentario que pulula: hueco, sin argumentos, tecnicista, pesimista en extremo, que habla del apocalipsis y propone poco.
He rastreado en la web algunas palabras en la búsqueda de una oración. “Estás buscando un Kamikaze”, se sonríe alguien al enterarse en qué ando. Por ejemplo, una y otra vez criticamos a Granma, el órgano del Comité Central del Partido, pero jamás aparece en esos artículos una propuesta o al menos el enlace de un buen material escrito –a manera de sugerencia– para que sea publicado y ese diario “mejore” sus contenidos.
La oración que busco en los “analistas profundos” es sencilla: “Quiero transformar el Granma de todo el pueblo”. Y acto seguido la propuesta nada mágica o burócrata y que muy bien vendría:
“Lista de los ‘kamikazes’ que se proponen de voluntarios para llenar las redacciones del Yate.
1.-Perenzejo Pérez.
2.-
3.-
4.-
Y si la distancia o los compromisos fueran muchos, al menos saber que un ejército de gente quiere contribuir a cambiar el reflejo de nuestra Cuba en el periódico de mayor circulación del país.
Me quito el sombrero todos los días ante los que “hacen”: periodistas, fotorreporteros, camarógrafos, personal de apoyo y directivos, que en las condiciones de una sociedad compleja que se ha transformado en los últimos años por la tozudez de un gobierno, el estadounidense, con su bloqueo a una Isla que no renuncia a crear aquí el Socialismo que nadie ha alcanzado en plenitud.
Fui de los niños que han vivido las bondades de la salud y la educación, pero también las penurias de nuestro proyecto socialista, que subsistió al periodo especial gracias a los mil inventos de la familia; de los que miraba las pizzas con resquemor ante la posibilidad de un queso- condón derretido, los de las piernas medio arqueadas de tanto pedal en bicicleta, y que también vio menguar las páginas del diario que llegaba a casa o sus hojas asemejarse más a un papiro antiguo que al diario de la mañana, pero ese fue el periódico, el noticiero de la televisión y la radio a la que muchos se aferraron con la esperanza de que saldríamos adelante y aquí estamos.
Es cierto, tenemos mucho que transformar, pero hablo de “tenemos” y me pregunto, ¿dónde están las otras manos? Mientras, anhelo que mi nombre –lo pongo como el primero en esa lista de los “kamikazes”– no sea el único entre los que están dispuestos, mañana mismo, a revolucionar todo en los medios de comunicación masiva en cualquier lugar de Cuba. Y si la cosa es de navegar, pues en el yate, cuál mejor que ese que trajo la sonrisa a este país.
Llega el 9no Congreso de la UPEC y no soy de los que les gusta hablar y punto, sino comprometerse, trabajar, proponer… Esa última cualidad que aprendí en Juventud Rebelde: Soñar, proponer e investigar. Ahí está el meollo del asunto.
Mediaciones más, autorregulaciones menos, o si lo preferimos –para no andar de refinado y por las ramas– censuras o autocensuras, dejemos lo fútil y vanidoso de pretender una prensa químicamente pura –ya lo dijo Nicolás Guillén que no existe nada puro– y asumamos el reto de lidiar con lo que hoy nos lastra.
Lo más importante es enfrentar junto al pueblo lo corrupto de la sociedad –caiga quien caiga– y comencemos a hacer periodismo con el corazón bien en la izquierda, la sangre roja y los oídos en la tierra.
Hace algunos días escuchaba al presidente Raúl referirse a todo cuanto lastra la sociedad. Me cuestiono, ¿acaso la prensa que hacemos no es el reflejo de la sociedad que tenemos? Se puede debatir mucho en torno a eso.
No son pocas las regulaciones jurídicas que existen para el trabajo de la prensa, desde la propia Constitución hasta las reiteradas indicaciones partidistas. ¿Son suficientes? Quizás no, pero sí aisladas. ¿Qué ha pasado con esas normas? Algunos entes comprometidos con hacerlas cumplir, las ignoran olímpicamente. ¿No sucede lo mismo en una parte de la sociedad?
Una Ley de Prensa estoy seguro llegará, pero ahora mismo creo que no es lo fundamental. Fenómenos mil veces dichos siguen frenando la prensa que el pueblo está pidiendo y no es precisamente por la falta de una regulación jurídica, sino de cabezas duras –y también a veces huecas– que desde la comodidad de su aire acondicionado empapelan el mundo y no tienen los oídos cerca de los inquietos. La palabra de orden es SERVIR al pueblo. ¿Se olvidó ese concepto?
Urge que el país entero gane en cultura de comunicación, no solo la prensa, sino dentro de las propias instituciones, el gobierno, el Estado. En la medida que todos los actores –no son pocos– sientan la necesidad de COMUNICAR algo, la sociedad se irá transformando y la prensa –en su concepto más amplio: escrita, radial, televisiva o los digitales– logrará parecerse más a su gente que a la utopía individual de país.
Hace apenas unos días vi como un trabajo escrito por una bloguera –entiéndase los que escriben en una plataforma digital con una política editorial y visión muy personal– migraba de su plataforma a las páginas impresas de Granma. Según me contaron, los teléfonos no dejaron de sonar en todo el día pidiendo conocer a la muchacha valiente y a los que se unieron para defender sus derechos ante un conductor indolente.
No es solo una campanada, llegó el momento de la verdadera y decisiva transformación de nuestros medios de comunicación masiva. Tengo fe en ello; viene caminando. Contrario a lo que algunos piensan la prensa se está moviendo y no es solo cuestión de congresos.

jueves, 4 de julio de 2013

Factor común


por JORGE LEGAÑOA

¿Saben que tienen en común los de esta foto? Recibir, toditos, dinero de Estados Unidos para subvertir el status quo en países como Venezuela y Cuba. La señora María Corina "Perreta" Machado fue recibida por el mismísimo Bush hijo y otorgados fondos para una ONG antichavista. A la flaca GY también le han dado "money money" contante y sonante para su degeneración Y sobre la vida en Cuba. Julio "Ojo Poncha'o" Borges financió la creación de Primero Justicia, partido tmb d Capriles, con 20 millones que le "regalaron" en PDVSA cuando estaba en manos de los nortamericanos. Y el último Yon "Llorón" Goicochea recibió el premio gringolandico Milton Friedman en 2008 por sus "aportes" dentro del movimiento estudiantil "manos blancas" que tmb fracasó en Venezuela, aún con toda esa millonada. Cosas de la vida, Dios los cría, y el diablo los junta en España.

¿Que significa ser de izquierda?

¿Cómo derechizar a un izquierdista?
por Frei Betto
Ser de izquierda es, desde que esa clasificación surgió con la Revolución Francesa, optar por los pobres, indignarse ante la exclusión social, inconformarse con toda forma de injusticia o, como decía Bobbio, considerar una aberración la desigualdad social.
Ser de derechas es tolerar injusticias, considerar los imperativos del mercado por encima de los derechos humanos, encarar la pobreza como tacha incurable, creer que existen personas y pueblos intrínsecamente superiores a los demás.
Ser izquierdista -patología diagnosticada por Lenin como ‘enfermedad infantil del comunismo’- es quedar enfrentado al poder burgués hasta llegar a formar parte del mismo. El izquierdista es un fundamentalista en su propia causa. Encarna todos los esquemas religiosos propios de los fundamentalistas de la fe. Se llena la boca con dogmas y venera a un líder. Si el líder estornuda, él aplaude; si llora, él se entristece; si cambia de opinión, él rápidamente analiza la coyuntura para tratar de demostrar que en la actual correlación de fuerzas…
El izquierdista adora las categorías académicas de la izquierda, pero se iguala al general Figueiredo en un punto: no soporta el tufo del pueblo. Para él, pueblo es ese sustantivo abstracto que sólo le parece concreto a la hora de acumular votos. Entonces el izquierdista se acerca a los pobres, no porque le preocupe su situación sino con el único propósito de acarrear votos para sí o/y para su camarilla. Pasadas las elecciones, adiós que te vi y ¡hasta la contienda siguiente!
Como el izquierdista no tiene principios, sino intereses, nada hay más fácil que derechizarlo. Dele un buen empleo. Pero que no sea trabajo, eso que obliga al común de los mortales a ganar el pan con sangre, sudor y lágrimas. Tiene que ser uno de esos empleos donde pagan buen salario y otorgan más derechos que deberes exigen. Sobre todo si se trata del ámbito público. Aunque podría ser también en la iniciativa privada. Lo importante es que el izquierdista sienta que le corresponde un significativo aumento de su bolsa particular.
Así sucede cuando es elegido o nombrado para una función pública o asume un cargo de jefe en una empresa particular. De inmediato baja la guardia. No hace autocrítica. Sencillamente el olor del dinero, combinado con la función del poder, produce la irresistible alquimia capaz de hacer torcer el brazo al más retórico de los revolucionarios.
Buen salario, funciones de jefe, regalías, he ahí los ingredientes capaces de embriagar a un izquierdista en su itinerario rumbo a la derecha vergonzante, la que actúa como tal pero sin asumirla. Después el izquierdista cambia de amistades y de caprichos. Cambia el aguardiente por el vino importado, la cerveza por el güisqui escocés, el apartamento por el condominio cerrado, las rondas en el bar por las recepciones y las fiestas suntuosas.
Si lo busca un compañero de los viejos tiempos, despista, no atiende, delega el caso en la secretaria, y con disimulo se queja del ‘molestón’. Ahora todos sus pasos se mueven, con quirúrgica precisión, por la senda hacia el poder. Le encanta alternar con gente importante: empresarios, riquillos, latifundistas. Se hace querer con regalos y obsequios. Su mayor desgracia sería volver a lo que era, desprovisto de halagos y carantoñas, ciudadano común en lucha por la sobrevivencia.
¡Adiós ideales, utopías, sueños! Viva el pragmatismo, la política de resultados, la connivencia, las triquiñuelas realizadas con mano experta (aunque sobre la marcha sucedan percances. En este caso el izquierdista cuenta con la rápida ayuda de sus pares: el silencio obsequioso, el hacer como que no sucedió nada, hoy por ti, mañana por mí…).
Me acordé de esta caracterización porque, hace unos días, encontré en una reunión a un antiguo compañero de los movimientos populares, cómplice en la lucha contra la dictadura. Me preguntó si yo todavía andaba con esa ‘gente de la periferia’. Y pontificó: “Qué estupidez que te hayas salido del gobierno. Allí hubieras podido hacer más por ese pueblo”.
Me dieron ganas de reír delante de dicho compañero que, antes, hubiera hecho al Che Guevara sentirse un pequeño burgués, de tan grande como era su fervor revolucionario. Me contuve para no ser indelicado con dicho ridículo personaje, de cabellos engominados, traje fino, zapatos como para calzar ángeles. Sólo le respondí: “Me volví reaccionario, fiel a mis antiguos principios. Prefiero correr el riesgo de equivocarme con los pobres que tener la pretensión de acertar sin ellos”.
(Tomado de Patria Grande)

miércoles, 3 de julio de 2013

¡Explote en la Escuela de Cine! Declaraciones de Fernando Rojas, viceministro de Cultura


por Yinett Polanco
Tomado de La Jiribilla.
En la tarde de este lunes, con la presencia del Ministro de Cultura, Rafael Bernal, del Vicefiscal General de la República, Carlos Concepción, entre otros funcionarios, y de Alquimia Peña, Directora General de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano, el Fiscal Jefe de la provincia de Artemisa Arnel Hernández informó a todos los estudiantes y profesores de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños el resultado de una verificación fiscal realizada a la Unidad Presupuestada del Ministerio de Cultura que asegura la actividad del centro docente y que radica en la propia EICTV.  La Jiribilla conversó con el Viceministro de Cultura, Fernando Rojas, presente en la reunión.
No es usual que se proceda a una investigación de esa naturaleza en una institución docente. Sabemos de la inquietud que esa circunstancia ha creado en la escuela y en su comunidad. ¿Puede explicarnos las razones que dieron origen a la decisión de investigar?
Se detectaron por las autoridades del orden interior posibles hechos delictivos en instalaciones gastronómicas que ofertan bebidas en la zona de San Antonio de los Baños, en otras cercanas de la provincia de Artemisa y en la zona del oeste de La Habana. Se trataba de un incremento de la oferta a partir de compras al por mayor a distintos proveedores, algunas de ellas a precios más bajos que los establecidos, con el obvio propósito de reembolsarse la diferencia después de venderlas al precio minorista. La indagación acerca de los proveedores condujo a que buena parte de las bebidas procedía de la tienda de la EICTV, en la que, por una decisión del Estado cubano, los productos se venden a precios más bajos, con el propósito de crear condiciones de vida más ventajosas para los estudiantes y profesores de la Escuela.
¿Cuál ha sido el resultado de la investigación?
A partir de los hechos conocidos que te explicaba, se trabajó por el personal de la Fiscalía en la Unidad Presupuestada en el entorno de la Escuela, se hizo una revisión documental meticulosa y se realizaron numerosas entrevistas. De ello resultó que se comprobara que tres trabajadores de la unidad presupuestada, en contubernio con un individuo sin vínculo laboral, extraían las bebidas de contrabando, pagándolas al precio de la tienda y las introducían en las unidades de la gastronomía y en paladares. A esas personas  se les ocuparon altas sumas de dinero en varias monedas, verdaderos almacenes de  bebidas en sus casas, automóviles adquiridos con sus ingresos ilícitos y hasta una vivienda completamente remozada con el producto de este delito. Estos individuos están en prisión.
Hay otro conjunto de irregularidades, asociadas en su mayoría a incumplimientos de disposiciones emitidas por la propia escuela y de diversas normativas estatales cubanas, que han incrementado los gastos del centro, que falsean la contabilidad y no favorecen un clima de orden para el intenso trabajo creador de la escuela. Se han pagado salarios indebidamente, se han hecho extracciones bancarias sin la autorización correspondiente y se han realizado gastos injustificados que no guardan relación con la actividad docente. Las principales autoridades de la escuela reconocieron su responsabilidad administrativa con las violaciones detectadas.

¿Qué repercusión traerá para la escuela esta situación? ¿Se producirán interrupciones o limitaciones de algún tipo a su actividad?
En la reunión de esta tarde dimos completa seguridad de que la actividad docente no se afectará en lo más mínimo. Concluirá el curso como estaba previsto y empezará de la misma manera el próximo. El Ministerio de Cultura trabajará con la escuela para poder cubrir los gastos previstos para esta etapa. También se deberán adoptar medidas concretas para evitar que se repitan las circunstancias que han involucrado a esta prestigiosa institución en los hechos que describí.
¿Cómo ve el futuro de la Escuela de Cine?
La escuela ha hecho una labor muy significativa que no solo es académica. Las obras audiovisuales que han creado sus estudiantes forman parte del importante patrimonio audiovisual de Cuba y de la región. La Escuela es inseparable del cine latinoamericano, de su indagación y su búsqueda, de su vocación emancipadora y de sus poéticas, diversas e integradoras. Preservaremos ese legado y le daremos continuidad, en un mundo que se transforma y que sigue retado por la pretensión de hegemonía cultural de los grandes centros de poder económico, político y militar, un mundo imposible de comprender sin una relación intensa y fecunda entre los pueblos, las culturas y los individuos, un mundo que ya es otro gracias a los avances de las tecnologías de la información y la comunicación, que son por demás imprescindibles para el audiovisual.
Apoyaremos a la EICTV en estos desafíos, que compartimos con ella. El Estado cubano seguirá respaldando y estimulando a la Escuela que fundaron Fidel y García Márquez, orgullo de Cuba y Latinoamérica.