lunes, 22 de abril de 2013

Eufemismos para justificar ola de terror en Venezuela


José Manzaneda,
 Coordinador de Cubainformación.

 Tras las recientes elecciones de Venezuela, 8 personas partidarias del candidato chavista Nicolás Maduro fueron asesinadas –6 por armas de fuego, dos arrolladas por un camión- a manos de partidarios del opositor Henrique Capriles, quien no reconoce su derrota electoral (1).


Estos 8 asesinatos de militantes de izquierda –es decir, todos pertenecientes a una de las partes- han sido, sin embargo, presentados por los medios internacionales como producto del “enfrentamiento” entre bolivarianos y opositores. Esto decía Telecinco (canal privado español): “Los enfrentamientos entre seguidores del oficialismo y la oposicion, tras los resultados electorales, han provocado 61 heridos y hay más de un centenar de detenidos” (2).

 Algunos medios, incluso, llegaban a presentar a Capriles como un supuesto “pacificador”, al haber desconvocado una marcha de protesta. La periodista Arantxi Padilla, de Euskal Telebista (televisión pública vasca), nos decía lo siguiente: “La Fiscal General Luisa Ortega ha confirmado que hay ya 7 muertos, 61 heridos y 135 detenidos por enfrentamientos postelectorales. Es por ello que muchos piensan que la decisión de Capriles de suspender esta marcha ha sido sensata, porque esto ha provocado que las aguas se hayan calmado bastante” (3). En Antena 3 (canal privado español) informaba así: “El opositor Henrique Capriles ha anulado la marcha de protesta prevista para hoy, tras la muerte de al menos 7 personas por enfrentamientos políticos” (4).

 Los medios han disfrazado con el eufemismo de “enfrentamientos postelectorales” toda una estrategia de terror antichavista. Además de los 8 muertos, 61 personas resultaron heridas, a una de las cuales se intentó quemar viva (5); 12 Centros de Diagnóstico Integral (ambulatorios médicos) fueron incendiados, y pacientes y personal cooperante cubano agredidos físicamente; se produjeron ataques a supermercados estatales de la Misión Mercal, que distribuyen alimentos a precios populares, así como a viviendas de la Gran Misión Vivienda, cedidas por el Estado a familias sin recursos, y a sedes de empresas públicas como PDVSA y Conatel; cinco medios comunitarios fueron parcialmente destruidos, y asediados los canales de televisión Telesur y Venezolana de Televisión; viviendas de concejales, vehículos oficiales y varias sedes del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) fueron incendiadas, y tiroteadas varias casas de gobierno; y políticos, artistas y periodistas de izquierda sufrieron acosos, insultos, amenazas y agresiones físicas.

 Sin embargo, los grandes diarios internacionales –que han silenciado todos estos hechos- reiteran la tesis del país polarizado, fracturado en dos partes (6). Una tesis que jamás aplican a otros escenarios electorales con resultados también ajustados. Basta recordar el margen del 1 % con el que José María Aznar ganó en España en 1996 (7); o el 2 % de diferencia entre Obama y Romney en las últimas elecciones de 2012 (8).

 El ejemplo de las elecciones mexicanas de 2006, en las que la diferencia entre Felipe Calderón y Manuel López Obrador fue del 0,58 %, 3 veces inferior a la de las recientes elecciones en Venezuela, es ejemplo del doble rasero de los medios. Recordemos un editorial del diario español El País que calificaba como "un gesto peligroso en un país donde la violencia está a la orden del día" las protestas del candidato mexicano de izquierda López Obrador ante las numerosas pruebas de fraude (9). En el actual caso de Venezuela, sin embargo, el diario hace una abierta apología de las denuncias y movilizaciones de la oposición derechista (10).

 El opositor Henrique Capriles no acepta los resultados en los que salió derrotado por un margen del 1,59 %, a pesar de que el sistema venezolano –calificado como uno de los más fiables del mundo por el Centro Carter- incluye por ley 14 auditorías (11). Una de ellas ya abarcó el 54 % de todas las máquinas de votación, con técnicos y testigos de todos los partidos políticos. Ahora el Consejo Nacional Electoral ha aprobado realizar el 46 % restante (12).

 El proceso fue monitoreado por 170 acompañantes internacionales, entre ellos las misiones de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), el Mercado Común del Sur (Mercosur), la Unión Interamericana de Organismos Electorales (Uniore) y el Centro Carter de EEUU (13). Una representación del Congreso español, compuesto por todas las fuerzas políticas, aprobó un texto en el que señala que “el resultado electoral es fiable”, y que éste “debe ser el que emane del Consejo Nacional Electoral” (14).

 Uno de los rectores de este Consejo Nacional Electoral (CNE), Vicente Díaz,  opositor al chavismo, afirmó que el proceso "fue limpio" y que no tenía dudas "del resultado (...) porque (el sistema de votación) ha sido auditado, certificado y revisado en presencia de los testigos" (15).

 Pero la violencia no solo ha sido alentada por los políticos de la oposición, sino fundamentalmente por los medios de comunicación del país, un 80 % en manos opositoras (16).

 Un mensaje en las redes sociales del periodista Nelson Bocaranda acusaba a médicos cooperantes cubanos en Maracaibo de esconder urnas electorales (17). Poco después, comenzaban ataques simultáneos contra al menos 12 centros médicos donde atienden cooperantes de la solidaridad cubana. Recordemos que uno de los mensajes de la campaña de Capriles fue la supuesta “injerencia” de Cuba en el país.

 Varios diarios publicaban las fotografías de funcionarios quemando papeletas electorales, presentándolas como prueba del supuesto “fraude”. Horas después, el Gobierno aclaraba que correspondían a la destrucción legal de material tras las elecciones del año 2007 (18).

 Henrique Capriles anunciaba en rueda de prensa que poseía numerosas pruebas del “fraude”. Una de ellas era que en un centro electoral de Trujillo se habían contabilizado más votos que electores. El Gobierno aclaró la trampa de Capriles: había eliminado de su contabilidad una de las dos mesas de dicho centro electoral (19). Pero los grandes medios privados venezolanos no informaron de estas aclaraciones.

 El papel de instigación de la ola de terror por parte de Henrique Capriles y la dirección de los medios venezolanos representaría, en otros países del mundo, un delito duramente penado. ¿Se hará justicia en Venezuela con las familias de las 8 personas asesinadas? ¿O la Justicia venezolana se arrugará ante la presión mediática?

 
(16)                     http://rebelion.org/noticia.php?id=166722

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