viernes, 27 de noviembre de 2009

Once días de películas, la embriaguez de la pantalla


por JORGE LEGAÑOA ALONSO
Ya casi comienza el 31 Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana. El próximo día 3 estré entre los primeros que sentados desde cualquier rincón del Chaplin o de cualquier otro cina, me embriagré de las buenas realizaciones latinoamericanas.
Al repasar la nómina de los largometrajes de ficción seleccionados para concursar en este festival, se advierte la presencia de obras de realizadores conocidos entre nosotros. De Argentina repiten Lucía Puenzo, que ya causó inquietud aquí dos años antes con XXY; Juan José Campanella, de quien se recuerda El hijo de la novia; e Israel Adrián Caetano, concurrente en el 2006 con Crónica de una fuga y antes con la recordada Un oso rojo.
Esta vez la Puenzo viene con El niño pez, basado en una novela que ella misma escribió sobre una relación sentimental tormentosa que desemboca en aires de thriller; Campanella, con El secreto de sus ojos y Ricardo Darín nuevamente a sus órdenes en una trama policial que tiene por telón de fondo el preludio de la más reciente dictadura militar; y Caetano, con Francia, una modesta producción acerca de una pareja de clase media con una hija que decide separarse, pero por razones económicas se ve obligado a convivir en la misma casa.
Ciertas expectativas levanta la presencia de Hotel Atlántico, de la brasileña Suzana Amaral, tercera película que filma en sus 20 años de carrera. En 1985 registró un clásico al llevar a la pantalla la novela de Clarice Lispector, La hora de la estrella. Ahora retoma un motivo literario, a partir de la novela homónima de Joao Gilberto Noll. En su país llamó la atención por el tono surrealista de la narración fílmica.
Los chilenos apuestan por La nana, de Sebastián Silva, que ya cosechó premios en el Festival Sundance, y luego en Lima y Huelva. Mientras los mexicanos confían en Viaje redondo, de Gerardo Tort, calificada por su director como "una película femenina, pero no feminista", y Backyard o El traspatio, de Carlos Carrera, que es la baza de la Academia de ese país para el venidero Oscar.
La cinta La teta asustada, de Claudia Llosa, es la esperanza peruana, como lo fue ya a principios de año en la Berlinale, donde se alzó con el Oso de Oro concedido por un jurado que apreció valores en una película que tiene por protagonista a una mujer que vivió los horrores de los enfrentamientos armados de los años ochenta.
Venezuela compite con Un lugar lejano, de José Ramón Novoa, la historia de Julián, artista que al saberse gravemente enfermo viaja para buscar el paisaje de una foto soñada, con lo que cambiará su vida para siempre.
También existen expectativas en torno a la selección de obras de países en los que hacer cine de ficción es una aventura heroica, como Bolivia (Zona Sur, de Juan Carlos Valdivia) y Uruguay (Hiroshima, de Pablo Stoll).
Recomendación personal: no deje de ver ninguna. Yo por mi parte, detendré todo y La Habana será mi gran película durante 11 días.

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